martes, 14 de diciembre de 2010

BACALAO SALADO: UNA IDEA VASCA.

La historia del bacalao seco y salado  es muy antigua. Ya desde el siglo IX los vikingos solían secar este pescado al aire frío de las Islas Lofoten, en el norte de Noruega. Era una excelente forma de asegurarse una nutritiva reserva de proteínas que pudiera llevarse durante los largos viajes rumbo a Groenlandia y América del Norte.

Luego los vascos del golfo de Gascuña, entre España y Francia, avanzaron en el Atlántico septentrional en busca de ballenas. Allí encontraron los espesos bancos de bacalao y procedieron a conservar el pescado con sal, como hacían con la carne de ballena. Así fue como comenzó la difusión de este alimento en el sur de Europa. 

Los vikingos y sus descendientes aprendieron de los vascos este secreto gastronómico y llevaron el bacalao salado (y seco también) en sus comercios allende el océano. Su difusión en América Central y en América del Sur, sin embargo, se debe a los portugueses y a los españoles en la época de la colonización.

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